Retratos (con)fusiones - Estaban en el aire. Muchos las tenían en la punta de la lengua. Son esas iluminaciones que al verlas materializadas nos llevan a preguntarnos: “¿Cómo no se nos ocurrió antes?”. Gisela Faure lo hizo. Se encargó de rastrear esos vínculos tan imposibles como innegables. Porque no sólo se trata de la tradición de un nombre o una identidad, sino del desafío de revivir trazos secretos entre personalidades, estos Retratos (con)fusiones presagian que ni el lenguaje ni las imágenes tienen dueño: hay un orden invisible que pondera lo impredecible como marca. Lo demás –la nostalgia, el humor, lo utópico– son costuras de un prêt-à-porter misterioso. La memoria es la constancia de nuestro olvido, parecería decirnos Faure, para quien producir este tipo de asociaciones o cruces se ha convertido en una obsesión. Su tarea no se ha limitado a aunar caras y nombres, en la coincidencia han surgido rostros nuevos, a veces armónicos, otras disonantes, que nos revelan lo que cada fisonomía esconde. La muestra se compone de setenta y cinco retratos de 13x18 cm. Faure ha resuelto, en este catálogo donde se cruzan políticos y artistas plásticos, actrices y músicos, escritores y deportistas, científicos y cineastas, una suerte de álbum familiar, para mostrarnos la diversidad y los resortes de su universo, un mundo privado de límites. Una suerte de adulteración iconográfica que le da otro sentido a la velocidad con la que nos apropiamos de la información virtual y la descartamos cada día. Texto: Fernanda García Lao y Gustavo Álvarez Núñez